Pedrito López, Gustavo Carucí y Miguel de Vincenzo integran la agrupación
Gustavo Carucí, uno de esos músicos que sin hacer mayores aspavientos ha participado en episodios importantes en la historia de la música venezolana, cuenta que hubo algo mágico en el primero de muchos homenajes que se le hicieron a Aldemaro Romero tras su muerte, de la cual se cumplirán seis años el domingo.
El larense recuerda que en esos tres shows, que se celebraron en el Centro Cultural BOD-Corp Banca y en los que participaron cantantes como Carlos Moreán, Ofelia del Rosal, María Teresa Chacín, Cecilia Todd, la agrupación vocal Los Cuñaos y la Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho dirigida por Rodolfo Saglimbeni, compartió con el baterista Miguel de Vincenzo y el pianista Pedrito López, quien, como él, llegó a tocar con el maestro.
“Cuando acompañamos a los artistas, sin la orquesta, siento que algo hizo click –rememora Carucí-. No sé cómo llamarlo, pero todo encajó allí espontáneamente y tuve la sensación en el acto de que ahí estaba el sonido de Aldemaro”.
La idea de crear un ensamble a imagen y semejanza del principal artífice de la onda nueva estuvo alojada en su cabeza. Esperó cerrar una etapa en la que se dedicó a tocar en cruceros para, estando en tierra firme, reunir a los mismos instrumentistas y dedicarse juntos a estudiar la obra del carabobeño.
El domingo, fecha que coincide con el aniversario de la partida del ídolo, debutará el Trío Aldemaro Romero, acompañado por las cantantes María Rivas y Biella Da Costa. Carucí, López y De Vincenzo se concentrarán en la época de oro de su onda nueva, de la que se desprenden éxitos como “Tonta, gafa y boba”, “El negro José”, “Carretera”, “El catire”, “Doña Mentira” y otras piezas que se han convertido en estándares.
“Aunque nos gusta rearreglar, mover cosas y darle otras interpretaciones a los temas –sigue Carucí-, nosotros en este momento queremos tocar su música tal como él la creó. Es muy interesante y hay mucho que aprender de allí. Como bajista, quiero hacer como Jorge Romero y Michael Berti, que fueron los que estuvieron con él por más tiempo. Creo que es un error pasarle por encima a su legado. Debemos estudiar a nuestros músicos”.
Pedrito López, experimentado pianista, confiesa que fue el propio autor de “De repente” el que lo convenció de dedicarse a la orquestación, que ha sido la pasión de su vida. “La historia de la música popular urbana de Venezuela se divide en el antes y después de Aldemaro Romero. Nadie ha sido tan importante en ese sentido. Él le dio un grado de universalidad a la música venezolana. La despojó del folklorismo para acercarla al público”.
Miguel de Vincenzo, el baterista, no compartió con el ídolo, pero se ha convertido en un conocedor de su obra. No es casualidad. Cuenta que siendo adolescente, mientras sus contemporáneos deseaban tocar rock antes que cualquier otro género, él iba por otro camino. Lo primero que hizo cuando logró obtener una batería usada fue sacar un LP de Aldemaro Romero y su onda nueva, ponerlo a girar y estrenar su instrumento como si fuera el Pavo Frank, gran aliado rítmico del creador.
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