Akaida Libertad Orozco/ENcontrARTE
Alí Alejandro Primera: "No hay coherencia en las actuales políticas culturales"
Nací en 1974 en la parroquia Sucre, en el Hospital de Los Magallanes. Mis padres se vinieron de Falcón, y se asentaron allí en la populosa parroquia Sucre donde transcurrió toda mi infancia. Realicé mis estudios en el liceo Andrés Eloy Blanco. Luego entré al conservatorio de música José Ángel Llamas, allí estudié teoría y solfeo y guitarra clásica. También me formé en los talleres de cultura popular de la Fundación Bigott. Por supuesto, mi formación musical siempre estuvo influenciada por la canción revolucionaria porque en el seno de mi familia estaba Alí Primera que es el cantor del pueblo venezolano, eso marcó mucho mi formación. También forma parte de mi educación José Montecano que es cantor y es mi otro tío; de manera que la canción revolucionaria siempre estuvo vinculada con mi formación artística. Sin embargo, no estudié Artes sino Ingeniería en Sistemas, en una universidad muy combativa como es la UNEXPO. Allí fue donde comenzó mi compromiso político con la canción. Fui ganador de la voz universitaria en 1994. A partir de esa época tuve la oportunidad de compartir con el grupo Momentos. También militaba en el Movimiento de Solidaridad con Cuba. Fue un momento bastante difícil para la Revolución porque en ese entonces nadie era solidario con Cuba. Nosotros nos propusimos hacer una canción que reivindicara la canción de aquellos trovadores cubanos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez. Entonces con el grupo Momentos comenzamos a transitar en la canción comprometida desde la solidaridad y empezamos a movernos a nivel nacional. Yo entendí que el compromiso iba más allá, que había que formar una nueva Revolución, en Venezuela se estaban dando cambios importantes y así empecé mi transitar como cantautor revolucionario. Paralelamente a eso ejercí una labor dentro de la cultura popular tradicional venezolana con agrupaciones como Vasallos del Sol, ConVenezuela, con los que aprendí todo lo que tiene que ver con ese trabajo de investigación de nuestras raíces, ir a las comunidades, aprender de nuestras tradiciones, y bueno, no podemos estar aislados de esa realidad, eso no nos debe ser ajeno porque el canto que nosotros ejercemos está profundamente arraigado a nuestras raíces de origen. Hubo un momento de definición política en Venezuela en el que la gente comenzó a tomar partido de una forma más activa y yo tuve que abandonar el trabajo con estas agrupaciones y dedicarme al canto comprometido como trovador. Al principio ejercí ese oficio como trovador de guitarra y voz pero actualmente tengo un trabajo más elaborado, una propuesta estética que se ajusta a nuestros tiempos, con una agrupación que se llama Huellas. Con Huellas he podido asumir compromisos a nivel internacional con gente de la talla de Daniel Viglietti, Pablito Milanés, Silvio Rodríguez, César Isella que de alguna manera son íconos de nuestro continente. Hoy en día, siento que me he ido ganando el cariño de la gente y que mi compromiso está verdaderamente arraigado con las luchas sociales de este pueblo.
Akaida Orozco: ¿Cómo te descubriste como cantautor popular?
Alí Alejandro Primera: Mi familia siempre estuvo muy vinculada con la canción revolucionaria. Obviamente, Alí siempre fue una referencia indiscutible para mí desde el punto de vista umbilical -cuando él muere en 1985 yo apenas tenía diez años-. Por otro lado, uno empieza a ver a los cantores de forma distinta. Cantores como Lila Vera, el Grupo Ahora, Los Guaraguao, que antes uno veía siempre en los discos de acetato, cuando muere Alí comienzan a hacerse más cercanos, comenzó a darse una relación afectiva más cercana, los empecé a ver como casi como a unos tíos. Porque Alí marcó una especie de paternalismo dentro de la canción popular y cuando él muere ese lugar queda acéfalo. Cuando ocurrió el Caracazo en el 89, yo estaba en el bachillerato pero ya había comenzado a cantar. Y la gente también me animaba a que cantara, me decían que tenía que ser como mi tío. Y me recorrí todos los liceos de Caracas cantando las canciones de Alí. En ese momento lo hacía por participar, por llevar las canciones de Alí al ambiente cultural de los liceos. Pero ese ambiente no era de debate, ese lugar estaba desmantelado. Luego comencé a investigar sobre nuestras manifestaciones populares tradicionales, me fui a los barrios, a las comunidades, fui a Tarma en Vargas, a Lara... y allí estaba mucho más sembrada la conciencia de la canción popular, en ese momento empieza mi compromiso y empiezo a entender y a internalizar la canción popular que yo conocía desde un punto de vista familiar, afectivo, circunstancial. Ocurría también que se estaba diluyendo ese tipo de canción en los jóvenes, muchos de mi generación no sabían quién era Alí Primera, pensaban que cantaba salsa porque sus hijos habían comenzado a tener éxito en el ámbito comercial de la música y eran una referencia para la juventud en Venezuela. Como te decía, yo comencé a transitar por la canción de solidaridad desde la universidad y uno no era ajeno a la realidad política que vivíamos en ese momento. Había un desgaste, además, de la dirigencia estudiantil de los 70 y 80 que ya estaba saliendo de la universidad y estaba entrando otro tipo de generación, una generación que no tenía ningún tipo de criterio ni capacidad de análisis sobre la situación venezolana. Por eso asumí la canción como una responsabilidad. Porque para mí hubiese sido más cómodo quizás dedicarme a hacer otro tipo de música más lucrativa, más arraigada a los gustos de nuestra población. Al principio cantaba en ambientes más subterráneos, no movía masas. Ahora estoy viendo un renacer de esa canción. A mis 35 años estoy viendo la generación que viene aún más joven, y veo que tiene nuevos bríos, tiene otras referencias, están viviendo el tiempo que les toca vivir con nuevos planteamientos.
A.O: Perteneces al Colectivo La Cantera, ¿en qué año y por qué surge este colectivo, quiénes lo conforman?
A.P: La Cantera está compuesta por diversos cantores que tienen años ejerciendo su oficio y militan dentro del movimiento de la canción necesaria. A finales de 2008 sentimos la necesidad de participar activamente porque ya este gobierno había recorrido un camino importante con su gestión. Entonces los jóvenes cantores comenzaron a tener una participación espontánea maravillosa, allí surgieron jóvenes como Solimar Cadenas -quien nos dejó recientemente de una forma muy abrupta-, Sandino -quien ya tenía un camino recorrido dentro de la balada pop y en algún momento se detuvo a reflexionar cuál iba a ser su papel en esta historia venezolana y finalmente asumió que tiene una responsabilidad umbilical e histórica y empezó a estudiar, a indagar, tuvo la sensibilidad y se sumó a esto-. Por mi parte, yo ya venía cantando desde algún tiempo y estaba como en dos aguas, me siento parte de este tiempo pero también me identifico con los cantores amigos que conozco desde mi niñez. Por otro lado hay músicos con gran formación académica como Amaranta Pérez y Luis Miguel Varas, también está Pinki -que es otra vertiente, él tiene unas raíces más vinculadas a distintos movimientos de izquierda e incluso más revolucionarias desde el accionar-. Toda esta mixtura converge en lo que se decidió llamar Colectivo La Cantera. Yo, como ya tenía un ratico andando, si bien estoy dentro del Colectivo afectivamente no formo parte de su estructura como tal. Nosotros, pensamos que era necesario generar otra instancia que es el Frente de Creadores Militantes y dentro de este frente está inserto el Colectivo. Por supuesto, a nivel mediático, La Cantera ha generado un interés importante en los jóvenes porque los planteamientos son bien verdaderos y bien puros. Esto es un fenómeno nunca antes visto en Venezuela, y bien bueno que suceda porque es muy necesario.
A.O: ¿Qué tipo de actividades realizan desde el Frente de Creadores Militantes?
Alí Alejandro Primera: Mi familia siempre estuvo muy vinculada con la canción revolucionaria. Obviamente, Alí siempre fue una referencia indiscutible para mí desde el punto de vista umbilical -cuando él muere en 1985 yo apenas tenía diez años-. Por otro lado, uno empieza a ver a los cantores de forma distinta. Cantores como Lila Vera, el Grupo Ahora, Los Guaraguao, que antes uno veía siempre en los discos de acetato, cuando muere Alí comienzan a hacerse más cercanos, comenzó a darse una relación afectiva más cercana, los empecé a ver como casi como a unos tíos. Porque Alí marcó una especie de paternalismo dentro de la canción popular y cuando él muere ese lugar queda acéfalo. Cuando ocurrió el Caracazo en el 89, yo estaba en el bachillerato pero ya había comenzado a cantar. Y la gente también me animaba a que cantara, me decían que tenía que ser como mi tío. Y me recorrí todos los liceos de Caracas cantando las canciones de Alí. En ese momento lo hacía por participar, por llevar las canciones de Alí al ambiente cultural de los liceos. Pero ese ambiente no era de debate, ese lugar estaba desmantelado. Luego comencé a investigar sobre nuestras manifestaciones populares tradicionales, me fui a los barrios, a las comunidades, fui a Tarma en Vargas, a Lara... y allí estaba mucho más sembrada la conciencia de la canción popular, en ese momento empieza mi compromiso y empiezo a entender y a internalizar la canción popular que yo conocía desde un punto de vista familiar, afectivo, circunstancial. Ocurría también que se estaba diluyendo ese tipo de canción en los jóvenes, muchos de mi generación no sabían quién era Alí Primera, pensaban que cantaba salsa porque sus hijos habían comenzado a tener éxito en el ámbito comercial de la música y eran una referencia para la juventud en Venezuela. Como te decía, yo comencé a transitar por la canción de solidaridad desde la universidad y uno no era ajeno a la realidad política que vivíamos en ese momento. Había un desgaste, además, de la dirigencia estudiantil de los 70 y 80 que ya estaba saliendo de la universidad y estaba entrando otro tipo de generación, una generación que no tenía ningún tipo de criterio ni capacidad de análisis sobre la situación venezolana. Por eso asumí la canción como una responsabilidad. Porque para mí hubiese sido más cómodo quizás dedicarme a hacer otro tipo de música más lucrativa, más arraigada a los gustos de nuestra población. Al principio cantaba en ambientes más subterráneos, no movía masas. Ahora estoy viendo un renacer de esa canción. A mis 35 años estoy viendo la generación que viene aún más joven, y veo que tiene nuevos bríos, tiene otras referencias, están viviendo el tiempo que les toca vivir con nuevos planteamientos.
A.O: Perteneces al Colectivo La Cantera, ¿en qué año y por qué surge este colectivo, quiénes lo conforman?
A.P: La Cantera está compuesta por diversos cantores que tienen años ejerciendo su oficio y militan dentro del movimiento de la canción necesaria. A finales de 2008 sentimos la necesidad de participar activamente porque ya este gobierno había recorrido un camino importante con su gestión. Entonces los jóvenes cantores comenzaron a tener una participación espontánea maravillosa, allí surgieron jóvenes como Solimar Cadenas -quien nos dejó recientemente de una forma muy abrupta-, Sandino -quien ya tenía un camino recorrido dentro de la balada pop y en algún momento se detuvo a reflexionar cuál iba a ser su papel en esta historia venezolana y finalmente asumió que tiene una responsabilidad umbilical e histórica y empezó a estudiar, a indagar, tuvo la sensibilidad y se sumó a esto-. Por mi parte, yo ya venía cantando desde algún tiempo y estaba como en dos aguas, me siento parte de este tiempo pero también me identifico con los cantores amigos que conozco desde mi niñez. Por otro lado hay músicos con gran formación académica como Amaranta Pérez y Luis Miguel Varas, también está Pinki -que es otra vertiente, él tiene unas raíces más vinculadas a distintos movimientos de izquierda e incluso más revolucionarias desde el accionar-. Toda esta mixtura converge en lo que se decidió llamar Colectivo La Cantera. Yo, como ya tenía un ratico andando, si bien estoy dentro del Colectivo afectivamente no formo parte de su estructura como tal. Nosotros, pensamos que era necesario generar otra instancia que es el Frente de Creadores Militantes y dentro de este frente está inserto el Colectivo. Por supuesto, a nivel mediático, La Cantera ha generado un interés importante en los jóvenes porque los planteamientos son bien verdaderos y bien puros. Esto es un fenómeno nunca antes visto en Venezuela, y bien bueno que suceda porque es muy necesario.
A.O: ¿Qué tipo de actividades realizan desde el Frente de Creadores Militantes?
A.P: Primero, hay un compromiso militante con esta revolución bolivariana que por supuesto se irradia por todo este continente hermoso. Hay un compromiso social en defensa de construir una sociedad más justa, en defensa de la ecología, en defensa de los campesinos que siembran y que el sicariato los sigue asesinando y sigue habiendo una distribución desigual de las tierras... Allí están nuestras vertientes filosóficas que por supuesto tienen que ver con el reconocimiento de nuestras raíces. Hemos vuelto a utilizar el cuatro como instrumento autóctono, hay un reconocimiento de nuestros orígenes y tradiciones. Es una cultura que pueda permear en las bases y pueda llevar un mensaje revolucionario y un mensaje de solidaridad y compromiso con el ser humano.
A.O: ¿Me puedes dar un ejemplo concreto de cuáles son las actividades que realizan?
A.P: Básicamente conciertos. Podemos hacer un concierto tanto en el Teresa Carreño como en la calle. También hacemos algo que ha resultado interesante que son los conversatorios-canción. De eso hay incluso una tesis de grado que generó un cantor hermoso que se llama Carlos Ruiz sobre este tema de los conversatorios-canción. Se trata de ir a las comunidades con una logística bastante básica, se hace una reunión muy informal, como si estuvieses en el patio de tu casa reunido entre amigos, y empiezas a tener un intercambio con la gente sobre diferentes temas, incluso sobre el por qué de las canciones que uno escribe. También se canta, por supuesto.
A.O: Sí, me llamaba la atención saber si más allá del evento puntual del concierto, generaban otro tipo de intercambio de saberes y experiencias con la gente...
A.P: Sí, es así. Por ejemplo yo ahorita estoy comprometido con una organización partidista que lleva las riendas de este proceso. No es mi espacio natural, digamos, pero lo asumo como una tarea desde el punto de vista revolucionario. Y nosotros a través de la música también militamos a veces en los Comités de Tierras o en un Consejo Comunal o en las universidades, es decir, entendemos las luchas de las masas, no nos podemos desligar de eso porque nuestras canciones están plenamente vinculadas con la cotidianidad y desde ahí tratamos de profundizar y generar propuestas y acciones concretas.
Hay otros grupos que están más posicionados como los amigos del Colectivo La Liga, donde está Dame pa' Matala que es un grupo muy conocido. Ellos trabajan más hacia la movilización de grandes masas. Ellos tienen otras vertientes, generan sus propias giras y sus propias dinámicas culturales y abren espacios para ese tipo de actividades culturales que están muy relegadas. Nosotros vamos más hacia el caso concreto desde el punto de vista político y desde el punto de vista formativo, eso tiene un valor agregado.
A.O: ¿De qué manera piensas que la canción revolucionaria transforma la conciencia del colectivo?
A.P: Hay muchas opiniones al respecto. Una de ellas plantea que la canción revolucionaria desinhibe, motiva y da bríos. Cuando vas a un concierto de la canción comprometida si estás desilusionado, si hay un desgaste desde el punto de vista moral y hay decepción en ciertas cosas, sales renovado e incluso te atreves a gritar consignas. Lo importante es que eso no se quede sólo en el éxtasis, en la coyuntura, sino que trascienda y luego se reflexione en cuanto a los planteamientos que se hicieron a través de las canciones. Por eso nosotros no hacemos un evento por hacerlo, siempre hay un motivo, bien sea de solidaridad, bien sea replantear nuevas dinámicas. Aunque no eludimos presentarnos en un momento coyuntural, por ejemplo, nosotros hemos defendido la industria petrolera, la industria energética, defendemos la ecología, pero también tenemos que plantear con nuestra música, cuáles son los elementos necesarios para que nuestra realidad cambie.
A.O: Cuando le dieron el golpe de Estado en Honduras al presidente Zelaya ustedes compusieron una canción en apoyo al pueblo hondureño, ¿tienen pensado componer algún tema relacionado con la tragedia ocurrida hace poco en Haití?
A.P: Sí, desde la gestión de la revolución cultural bolivariana se nos planteó hacer un disco en solidaridad con Haití. Este disco tendrá como finalidad no sólo sensibilizar a la población para que se vuelque de manera solidaria hacia el pueblo haitiano, sino que también hemos pensado vender el disco y que los fondos sean enviados a Haití. Así lo hicimos con Honduras. Cuando dieron el golpe nosotros organizamos un evento, ahí también se movilizó el movimiento de la canción necesaria, se generaron registros audiovisuales y en ese momento tuvimos la fortaleza de que fue uno de los conciertos en los cuales pudimos cobrar entrada y hubo una asistencia importante. Eso nos demostró que con organización se pueden lograr los objetivos y se puede crear una plataforma cultural eficiente sin depender del Estado todo el tiempo.
A.O: ¿Cuál es la situación actual de los músicos venezolanos dentro de este proceso de cambios sociales, culturales, políticos? Me refiero a aquellos que difunden nuestra música popular tradicional... Pues es de manejo público que en diversos actos políticos y culturales -haciendo caso omiso del recorte presupuestario establecido en 2009- han contratado cantantes comerciales nacionales y extranjeros que son fiel expresión de valores antirevolucionarios y antisocialistas...
A.P: Como te comenté antes, nuestro compromiso con esta revolución es explícito y sí hay muchos músicos y cantautores no sólo de la canción necesaria sino que tocan y cantan música venezolana que sienten que sus expectativas han sido defraudadas dentro de este proceso revolucionario. Evidentemente, esto está vinculado con el hecho de que no existe una coherencia en las políticas culturales que se están implementando. Creo que la revolución va a 120 kilómetros por hora y las políticas culturales van a 10 kilómetros por hora, cuando debería ocurrir todo lo contrario, las políticas culturales deberían ir más adelantadas que el resto de los procesos. Hay un compromiso que debe asumir, principalmente, el Ministerio de la Cultura porque es el ente rector fundamental, luego, todos los que tengamos la vinculación con el sector. Debe terminar de definirse la seguridad social de los músicos, por ejemplo. No se puede ver el sector cultural, ni el arte como un gasto suntuario cuando se está favoreciendo a grandes trasnacionales que traen sus artistas a grandes movilizaciones de masas. Y cuando me refiero a las grandes trasnacionales me refiero a sellos disqueros poderosos que cobijan artistas reconocidos comercialmente a quienes se les da un espaldarazo con la excusa de que se están ejerciendo, supuestamente, labores revolucionarias. Hay grandes contradicciones en este ámbito porque además, se supone que quien debería tener el sartén agarrado por el mango en este sector no lo tiene, lo que existe son unos sujetos políticos que mueven los tentáculos y evidentemente no tienen ningún criterio del quehacer cultural revolucionario. Esto le está haciendo un daño terrible a nuestro crecimiento como sociedad revolucionaria. Esta situación mata la acción creadora de los músicos, de los artistas en general, porque en lugar de estar inventando cosas, creando, construyendo, tienen que pensar en cómo resolver su subsistencia.
A.O: ¿Cuáles son los espacios que tienen entonces para expresarse?
A.P: Hay espacios que se están dando, sin embargo los músicos por ejemplo, hoy en día aún tenemos que recurrir a la empresa privada. Esto no debería ser así cuando supuestamente tú estás planteando espacios socialistas pero es que no se puede delegar funciones a personas que ven el arte y el hecho cultural simplemente como una industria de la cual pueden lucrarse. Tiene que construirse una industria cultural eficiente para que nuestros artistas puedan proyectarse porque irremediablemente tenemos que competir con el mundo capitalista y las grandes trasnacionales del espectáculo, de manera que tenemos que pelear con sus mismas armas aunque nuestro fin sea distinto.
A.O: ¿De qué se nutre un cantautor popular revolucionario para componer sus canciones y llevarle el mensaje necesario a la gente?
A.O: ¿Me puedes dar un ejemplo concreto de cuáles son las actividades que realizan?
A.P: Básicamente conciertos. Podemos hacer un concierto tanto en el Teresa Carreño como en la calle. También hacemos algo que ha resultado interesante que son los conversatorios-canción. De eso hay incluso una tesis de grado que generó un cantor hermoso que se llama Carlos Ruiz sobre este tema de los conversatorios-canción. Se trata de ir a las comunidades con una logística bastante básica, se hace una reunión muy informal, como si estuvieses en el patio de tu casa reunido entre amigos, y empiezas a tener un intercambio con la gente sobre diferentes temas, incluso sobre el por qué de las canciones que uno escribe. También se canta, por supuesto.
A.O: Sí, me llamaba la atención saber si más allá del evento puntual del concierto, generaban otro tipo de intercambio de saberes y experiencias con la gente...
A.P: Sí, es así. Por ejemplo yo ahorita estoy comprometido con una organización partidista que lleva las riendas de este proceso. No es mi espacio natural, digamos, pero lo asumo como una tarea desde el punto de vista revolucionario. Y nosotros a través de la música también militamos a veces en los Comités de Tierras o en un Consejo Comunal o en las universidades, es decir, entendemos las luchas de las masas, no nos podemos desligar de eso porque nuestras canciones están plenamente vinculadas con la cotidianidad y desde ahí tratamos de profundizar y generar propuestas y acciones concretas.
Hay otros grupos que están más posicionados como los amigos del Colectivo La Liga, donde está Dame pa' Matala que es un grupo muy conocido. Ellos trabajan más hacia la movilización de grandes masas. Ellos tienen otras vertientes, generan sus propias giras y sus propias dinámicas culturales y abren espacios para ese tipo de actividades culturales que están muy relegadas. Nosotros vamos más hacia el caso concreto desde el punto de vista político y desde el punto de vista formativo, eso tiene un valor agregado.
A.O: ¿De qué manera piensas que la canción revolucionaria transforma la conciencia del colectivo?
A.P: Hay muchas opiniones al respecto. Una de ellas plantea que la canción revolucionaria desinhibe, motiva y da bríos. Cuando vas a un concierto de la canción comprometida si estás desilusionado, si hay un desgaste desde el punto de vista moral y hay decepción en ciertas cosas, sales renovado e incluso te atreves a gritar consignas. Lo importante es que eso no se quede sólo en el éxtasis, en la coyuntura, sino que trascienda y luego se reflexione en cuanto a los planteamientos que se hicieron a través de las canciones. Por eso nosotros no hacemos un evento por hacerlo, siempre hay un motivo, bien sea de solidaridad, bien sea replantear nuevas dinámicas. Aunque no eludimos presentarnos en un momento coyuntural, por ejemplo, nosotros hemos defendido la industria petrolera, la industria energética, defendemos la ecología, pero también tenemos que plantear con nuestra música, cuáles son los elementos necesarios para que nuestra realidad cambie.
A.O: Cuando le dieron el golpe de Estado en Honduras al presidente Zelaya ustedes compusieron una canción en apoyo al pueblo hondureño, ¿tienen pensado componer algún tema relacionado con la tragedia ocurrida hace poco en Haití?
A.P: Sí, desde la gestión de la revolución cultural bolivariana se nos planteó hacer un disco en solidaridad con Haití. Este disco tendrá como finalidad no sólo sensibilizar a la población para que se vuelque de manera solidaria hacia el pueblo haitiano, sino que también hemos pensado vender el disco y que los fondos sean enviados a Haití. Así lo hicimos con Honduras. Cuando dieron el golpe nosotros organizamos un evento, ahí también se movilizó el movimiento de la canción necesaria, se generaron registros audiovisuales y en ese momento tuvimos la fortaleza de que fue uno de los conciertos en los cuales pudimos cobrar entrada y hubo una asistencia importante. Eso nos demostró que con organización se pueden lograr los objetivos y se puede crear una plataforma cultural eficiente sin depender del Estado todo el tiempo.
A.O: ¿Cuál es la situación actual de los músicos venezolanos dentro de este proceso de cambios sociales, culturales, políticos? Me refiero a aquellos que difunden nuestra música popular tradicional... Pues es de manejo público que en diversos actos políticos y culturales -haciendo caso omiso del recorte presupuestario establecido en 2009- han contratado cantantes comerciales nacionales y extranjeros que son fiel expresión de valores antirevolucionarios y antisocialistas...
A.P: Como te comenté antes, nuestro compromiso con esta revolución es explícito y sí hay muchos músicos y cantautores no sólo de la canción necesaria sino que tocan y cantan música venezolana que sienten que sus expectativas han sido defraudadas dentro de este proceso revolucionario. Evidentemente, esto está vinculado con el hecho de que no existe una coherencia en las políticas culturales que se están implementando. Creo que la revolución va a 120 kilómetros por hora y las políticas culturales van a 10 kilómetros por hora, cuando debería ocurrir todo lo contrario, las políticas culturales deberían ir más adelantadas que el resto de los procesos. Hay un compromiso que debe asumir, principalmente, el Ministerio de la Cultura porque es el ente rector fundamental, luego, todos los que tengamos la vinculación con el sector. Debe terminar de definirse la seguridad social de los músicos, por ejemplo. No se puede ver el sector cultural, ni el arte como un gasto suntuario cuando se está favoreciendo a grandes trasnacionales que traen sus artistas a grandes movilizaciones de masas. Y cuando me refiero a las grandes trasnacionales me refiero a sellos disqueros poderosos que cobijan artistas reconocidos comercialmente a quienes se les da un espaldarazo con la excusa de que se están ejerciendo, supuestamente, labores revolucionarias. Hay grandes contradicciones en este ámbito porque además, se supone que quien debería tener el sartén agarrado por el mango en este sector no lo tiene, lo que existe son unos sujetos políticos que mueven los tentáculos y evidentemente no tienen ningún criterio del quehacer cultural revolucionario. Esto le está haciendo un daño terrible a nuestro crecimiento como sociedad revolucionaria. Esta situación mata la acción creadora de los músicos, de los artistas en general, porque en lugar de estar inventando cosas, creando, construyendo, tienen que pensar en cómo resolver su subsistencia.
A.O: ¿Cuáles son los espacios que tienen entonces para expresarse?
A.P: Hay espacios que se están dando, sin embargo los músicos por ejemplo, hoy en día aún tenemos que recurrir a la empresa privada. Esto no debería ser así cuando supuestamente tú estás planteando espacios socialistas pero es que no se puede delegar funciones a personas que ven el arte y el hecho cultural simplemente como una industria de la cual pueden lucrarse. Tiene que construirse una industria cultural eficiente para que nuestros artistas puedan proyectarse porque irremediablemente tenemos que competir con el mundo capitalista y las grandes trasnacionales del espectáculo, de manera que tenemos que pelear con sus mismas armas aunque nuestro fin sea distinto.
A.O: ¿De qué se nutre un cantautor popular revolucionario para componer sus canciones y llevarle el mensaje necesario a la gente?
A.P: Sería temerario asumir cuál es el compromiso para componer de determinado artista pero yo pienso que ningún trovador o cantor de los que militamos en el frente de la canción necesaria haría una canción adrede o para generar un gusto artificial por algo. Cuando le cantamos a los campesinos, es porque de verdad nos mueve la sensibilidad y porque entendemos que ese sector de la sociedad que ha sido históricamente el más golpeado. Entonces vamos a allá a hablar con los campesinos y a entender su lucha, y quizás no salga ninguna canción pero en nuestro compromiso con estos camaradas ya estamos ejerciendo nuestro deber como cantores. Mis temáticas están muy enfocadas hacia hechos históricos, la historia es una de las cosas que más me apasionan. Hice una canción relacionada con los hechos de abril de 2002, le hice una canción a las víctimas del huracán Katrina... fíjate la tremenda contradicción de esto, Estados Unidos prácticamente no ayudó a las víctimas de Nueva Orleans, ahora, como le interesa posicionarse geopolíticamente se mete en la pobre Haití. Es decir, los cantores no podemos ser tangenciales a estas realidades, tenemos que vivir la canción desde el día a día.
A.O: ¿Qué ritmos venezolanos, latinos, caribeños, afro, utilizas en tus composiciones?
A.P: Los músicos de la agrupación con la que estoy ahorita que se llama Huellas, sin ánimos de sonar pretencioso, son músicos de alta factura. El director, Army Zerpa, en los teclados está Víctor Morles, uno de los pianistas jóvenes más cotizados de Caracas. El maestro Benjamín Brea, uno de los mejores vientistas de Venezuela, también está en la banda. También están Willy Mayo Martínez, Leonardo Rojas en la percusión y Francisco Pérez como guitarrista. Estas personas vienen de distintas tendencias de la música y yo no eludo hacer canciones con distintas bases rítmicas. A mí particularmente me gusta mucho lo afrovenezolano, sin embargo cuando ando sólo con guitarra y voz, por supuesto desde el punto de vista técnico yo asumo la canción un poco más ligera, más trovesca. Cuando trabajo con la banda hacemos una propuesta estética, digamos, más contundente siempre y cuando la base rítmica venezolana esté presente. Hacemos trova, son, hacemos música popular tradicional venezolana utilizando el cuatro; la gama de ritmos que tenemos en nuestro país es grandísima. Nosotros sacamos una primera producción que se llamó Abril la cual tiene influencia de aquellos autores que han acompañado durante mucho tiempo mi composición y la otra mitad de las canciones son mías. Ahorita estoy haciendo el disco Amarú donde está el tema que le hicimos a Honduras. Amarú es el nombre de mi hija, es un disco que le canta a la esperanza, es una canción antibelisista, es un canto en defensa del planeta porque debemos dejarle un mundo distinto a los que nos siguen que son nuestros hijos. Amarú significa tierra de los vientos, es un topónimo del sur de nuestro continente.
A.O: La canción necesaria siempre ha estado enmarcada en un contexto popular y siempre ha tenido una dirección ideológica de izquierda. Sin embargo, me llama la atención, que en estos años en los que se ha afianzado el proceso revolucionario en nuestro país, la oposición venezolana ha tomado canciones de cantautores populares, incluyendo a Alí Primera, y las ha querido hacer parte de su voz y su discurso... He llegado a escuchar canciones de Alí en programas de radio y televisión extremadamente opositores, en sus marchas, e intentan adaptarlas a su discurso, a sus valores e intereses. ¿Será posible que la oposición tenga sus propios cantores y utilice el recurso de la canción popular como herramienta para expresar sus planteamientos?
A.P: Bueno, cualquier persona puede ser trovadora si lo vemos desde el punto de vista de su definición. El trovador desde hace muchos siglos atrás era quien ejercía el oficio de ir cantando las luchas y los sucesos del momento; era un juglar. Por otra parte, la derecha es muy eficiente con su manipulación. Y ahí ratifico lo que te comenté antes, cuando nosotros tenemos ambigüedades en nuestro quehacer cultural, cuando nosotros no le damos cabida a una conducta realmente revolucionaria, ¿qué planteamiento se van a tomar como revolucionarios? La verdad yo no sé qué es peor y qué causa más daño, que la oposición ponga canciones de Alí Primera en Aló Ciudadano o que los supuestos revolucionarios monten a cantar a unos sujetos con unos planteamientos vacíos, superficiales y denigrantes, en un evento proselitista y supuestamente revolucionario. Hubo un sujeto muy conocido que se montó a cantar en un evento en La Carlota que se puso una franela que decía ‘Uribe paramilitar' y que Mercedes Sosa esto y lo otro... y esa persona estaba denigrando de la condición de la mujer. Entonces yo me pregunto, si ésta es una revolución que se jacta de decir que es antimachista y es amante y respeta la condición de la mujer, cómo puede convalidar este tipo de actitudes. Hay contradicciones también en nuestro lado que deben ser discutidas.
Ahora, no todo el que dice ser cantor es revolucionario. Por ejemplo, en la época en que vivió Alí, se cuestionaba mucho lo que planteaba Soledad Bravo, y Alí la defendía, pero ella misma se encargó de hacer de su identidad algo difuso, se convirtió en una traficante, en una especie de comerciante de las ideas revolucionarias. En el caso de Alí Primera, así lo utilice la derecha, así lo utilice la burguesía eso se va a invalidar inmediatamente porque Alí es una persona con un alto sentimiento de pueblo y los intereses que ellos defienden son distintos a los intereses que nosotros vamos a defender. Lo importante de todo esto es que nosotros como cantores podamos ser lo suficientemente amplios como para darles cabida a todas las expresiones musicales, tampoco podemos ser tan cerrados que al punto de querer que todo el mundo cante y toque la misma cosa, son cuestiones distintas. Lo que sucede es que cada expresión tiene espacios distintos de participación. Bienvenida la música que es para entretener, y habrá otra música que será para reflexionar, cada una tiene fines distintos. Lo que tiene que haber es un criterio bien definido al momento de organizar determinados eventos de masas, al llenar un estadio o al reunirnos en una plaza a discutir y a cantar con las personas más íntimamente. Si se mezclan las cosas el discurso se diluye, no puedes poner a un cantautor o trovador a cantar al lado de un reguetonero, eso no tiene sentido.
A.O: Si se acabasen las injusticias, las guerras, el hambre, la pobreza y todos los males que aquejan a nuestras sociedades, ¿seguiría siendo necesaria la canción revolucionaria?
A.P: Evidentemente. Yo pienso que una de las cosas fundamentales que nos mueve es que el ser humano está en permanente contradicción y quizás la canción necesaria ya no le cantará al amor universal sino al amor más individual. Quizás ya no seremos cantores de vanguardia pero seguiremos siendo juglares, y tendremos que comenzar a componer a partir de otros motivos. Nosotros también le cantamos al amor, a las cosas cotidianas, a las calles de nuestros barrios, es decir, el cantor también debe hacer la canción que lo identifique con su entorno. Muchas veces nosotros los cantores aspirando tener la perfección desde el punto de vista poético empezamos a utilizar discursos que se desdibujan y no le llegamos a la gente que queremos. El cantor debe saber diferenciar si ejerce sólo para una élite que lo pueda entender o quiere abarcar un espectro más amplio.
A.O: ¿Qué ritmos venezolanos, latinos, caribeños, afro, utilizas en tus composiciones?
A.P: Los músicos de la agrupación con la que estoy ahorita que se llama Huellas, sin ánimos de sonar pretencioso, son músicos de alta factura. El director, Army Zerpa, en los teclados está Víctor Morles, uno de los pianistas jóvenes más cotizados de Caracas. El maestro Benjamín Brea, uno de los mejores vientistas de Venezuela, también está en la banda. También están Willy Mayo Martínez, Leonardo Rojas en la percusión y Francisco Pérez como guitarrista. Estas personas vienen de distintas tendencias de la música y yo no eludo hacer canciones con distintas bases rítmicas. A mí particularmente me gusta mucho lo afrovenezolano, sin embargo cuando ando sólo con guitarra y voz, por supuesto desde el punto de vista técnico yo asumo la canción un poco más ligera, más trovesca. Cuando trabajo con la banda hacemos una propuesta estética, digamos, más contundente siempre y cuando la base rítmica venezolana esté presente. Hacemos trova, son, hacemos música popular tradicional venezolana utilizando el cuatro; la gama de ritmos que tenemos en nuestro país es grandísima. Nosotros sacamos una primera producción que se llamó Abril la cual tiene influencia de aquellos autores que han acompañado durante mucho tiempo mi composición y la otra mitad de las canciones son mías. Ahorita estoy haciendo el disco Amarú donde está el tema que le hicimos a Honduras. Amarú es el nombre de mi hija, es un disco que le canta a la esperanza, es una canción antibelisista, es un canto en defensa del planeta porque debemos dejarle un mundo distinto a los que nos siguen que son nuestros hijos. Amarú significa tierra de los vientos, es un topónimo del sur de nuestro continente.
A.O: La canción necesaria siempre ha estado enmarcada en un contexto popular y siempre ha tenido una dirección ideológica de izquierda. Sin embargo, me llama la atención, que en estos años en los que se ha afianzado el proceso revolucionario en nuestro país, la oposición venezolana ha tomado canciones de cantautores populares, incluyendo a Alí Primera, y las ha querido hacer parte de su voz y su discurso... He llegado a escuchar canciones de Alí en programas de radio y televisión extremadamente opositores, en sus marchas, e intentan adaptarlas a su discurso, a sus valores e intereses. ¿Será posible que la oposición tenga sus propios cantores y utilice el recurso de la canción popular como herramienta para expresar sus planteamientos?
A.P: Bueno, cualquier persona puede ser trovadora si lo vemos desde el punto de vista de su definición. El trovador desde hace muchos siglos atrás era quien ejercía el oficio de ir cantando las luchas y los sucesos del momento; era un juglar. Por otra parte, la derecha es muy eficiente con su manipulación. Y ahí ratifico lo que te comenté antes, cuando nosotros tenemos ambigüedades en nuestro quehacer cultural, cuando nosotros no le damos cabida a una conducta realmente revolucionaria, ¿qué planteamiento se van a tomar como revolucionarios? La verdad yo no sé qué es peor y qué causa más daño, que la oposición ponga canciones de Alí Primera en Aló Ciudadano o que los supuestos revolucionarios monten a cantar a unos sujetos con unos planteamientos vacíos, superficiales y denigrantes, en un evento proselitista y supuestamente revolucionario. Hubo un sujeto muy conocido que se montó a cantar en un evento en La Carlota que se puso una franela que decía ‘Uribe paramilitar' y que Mercedes Sosa esto y lo otro... y esa persona estaba denigrando de la condición de la mujer. Entonces yo me pregunto, si ésta es una revolución que se jacta de decir que es antimachista y es amante y respeta la condición de la mujer, cómo puede convalidar este tipo de actitudes. Hay contradicciones también en nuestro lado que deben ser discutidas.
Ahora, no todo el que dice ser cantor es revolucionario. Por ejemplo, en la época en que vivió Alí, se cuestionaba mucho lo que planteaba Soledad Bravo, y Alí la defendía, pero ella misma se encargó de hacer de su identidad algo difuso, se convirtió en una traficante, en una especie de comerciante de las ideas revolucionarias. En el caso de Alí Primera, así lo utilice la derecha, así lo utilice la burguesía eso se va a invalidar inmediatamente porque Alí es una persona con un alto sentimiento de pueblo y los intereses que ellos defienden son distintos a los intereses que nosotros vamos a defender. Lo importante de todo esto es que nosotros como cantores podamos ser lo suficientemente amplios como para darles cabida a todas las expresiones musicales, tampoco podemos ser tan cerrados que al punto de querer que todo el mundo cante y toque la misma cosa, son cuestiones distintas. Lo que sucede es que cada expresión tiene espacios distintos de participación. Bienvenida la música que es para entretener, y habrá otra música que será para reflexionar, cada una tiene fines distintos. Lo que tiene que haber es un criterio bien definido al momento de organizar determinados eventos de masas, al llenar un estadio o al reunirnos en una plaza a discutir y a cantar con las personas más íntimamente. Si se mezclan las cosas el discurso se diluye, no puedes poner a un cantautor o trovador a cantar al lado de un reguetonero, eso no tiene sentido.
A.O: Si se acabasen las injusticias, las guerras, el hambre, la pobreza y todos los males que aquejan a nuestras sociedades, ¿seguiría siendo necesaria la canción revolucionaria?
A.P: Evidentemente. Yo pienso que una de las cosas fundamentales que nos mueve es que el ser humano está en permanente contradicción y quizás la canción necesaria ya no le cantará al amor universal sino al amor más individual. Quizás ya no seremos cantores de vanguardia pero seguiremos siendo juglares, y tendremos que comenzar a componer a partir de otros motivos. Nosotros también le cantamos al amor, a las cosas cotidianas, a las calles de nuestros barrios, es decir, el cantor también debe hacer la canción que lo identifique con su entorno. Muchas veces nosotros los cantores aspirando tener la perfección desde el punto de vista poético empezamos a utilizar discursos que se desdibujan y no le llegamos a la gente que queremos. El cantor debe saber diferenciar si ejerce sólo para una élite que lo pueda entender o quiere abarcar un espectro más amplio.
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